Sus ojos escanearon todo lo que se situaba a su alrededor, nunca había sido alguien importante, nunca destacó en nada, fue un cero a la izquierda durante sus 21 años de vida, en su familia, con sus amigos, incluso con su pareja era la tercera en discordia.
Bastaron tres segundos para decidir que su vida nunca debió ser, y se precipitó al vacío enmendando el error que creo el universo. Lo último que vieron sus ojos antes de morir fue la sombra de una persona desde lo alto del edificio que parecía despedirse de ella con una sonrisa.